
Desde sus comienzos el cuerpo ocupa un lugar central en su obra, inseparable de una exploración de las dimensiones psicológicas y sociales del trabajo artístico. "Lo que trato de hacer con mi trabajo es proponer una nueva idea para sentir y entender nuestro universo. Yo no propongo una solución o un escape, sino un factor de bienestar, donde ellos (el público) pueda encontrar alguna tranquilidad espiritual" .
Emplea en sus esculturas tejido de licra translúcido, semejante a una membrana semipermeable, llena el tejido elástico con especias picantes y pigmentos del Amazonas, bolitas de plomo y de icopor. Dándole la oportunidad al tejido de ser moldeado en diferentes formas en las que se pueden introducir las manos e incluso entrar, sus construcciones evocan selvas tropicales, ambientes nebulosos. Oscilando entre proceso y objeto, entre interior y exterior, las esculturas de Neto giran de la experimentación formal hacia formas orgánicas y el cuerpo.
Hay en Ernesto Neto un acercamiento corporal al espacio, una entrega voluminosa al espacio vacío. Ernesto Neto le da olor, curva y voluptuosidad a la geometría recta del lugar. Le devuelve al espacio la vida y el movimiento que le quitamos las personas. Hace del espacio una realidad libre y viva en si misma.
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